lunes, 20 de junio de 2011

El Romanticismo

Redescubren en Cuba valiosas pinturas al fresco
Fotorreportaje Julieta García Ríos y Kaloian Santos Cabrera
La firma de Ravenet aparece intacta. Foto Kaloian
Por casi cuarenta años dos murales del importante artista plástico cubano Domingo Ravenet (Valencia, 1905-La Habana, 1969), estuvieron cubiertos por un falso techo en la sala de lectura de la Biblioteca Central Rubén Martínez Villena, de la Universidad de La Habana.
Los frescos llevan por título Prometeo encadenado y Prometeo raptando el fuego. Gracias a los esfuerzos de la Oficina del Historiador de La Habana, la casa de altos estudios y Mariana Ravenet, hija del artista, comenzaron el pasado martes las labores de derribo del falso techo y la conservación de los mismos.
Las obras fueron hechas por Ravenet en 1945. En la década del 70, para mejorar la iluminación del inmueble, fue dispuesto el falso techo que mantuvo encerrado a los Prometeo.
La gran sorpresa fue encontrar que, Prometeo encadenado, el primero de los murales en develarse, se encuentra en tan buenas condiciones que tal pareciera que fueron recién pintados.
Antonio Fernández Seoane, vicepresidente de la Sección de Teoría y Crítica de la Asociación de Artes Plásticas de la UNEAC, en un reportaje publicado por Juventud Rebelde, explica:
Son sus más contundentes murales al fresco, de una belleza sorprendente. En ellos se aprecia un elemento que está latiendo constantemente en la obra de Ravenet, donde su pintura salta al volumen y el volumen salta a la pintura.
Lo primero que llama la atención es el dramatismo del personaje, dado en la expresión y en las tensiones de un cuerpo “esculpido” en formidables músculos. Su doble Prometeo gana en teatralidad: tiene un rostro angustiado, pero lleno de esperanza; un cuerpo que comienza a ser mutilado, pero que se transforma y alarga para alcanzar el propósito anhelado.
La maestría de Ravenet, polifacético artista de la vanguardia, hizo que su transgresor discurso burlara la censura, pues «la obra es también un canto de rebeldía, hecho líneas y planos, color y estructuras, ritmo y perspectivas.
Su Prometeo encadenado representa al joven cubano ávido de sabiduría, encarcelado en las tinieblas de la ignorancia nacida de aquella falsa república y que en la obra toma cuerpo en el águila imperial, la del vecino del Norte, que se empeña en truncarle la vida.
Aquí Prometeo es cuidado por Cuba, que aparece representada por esa dulce mujer que sana las heridas de su hijo torturado, y que lo incita a la búsqueda de la luz. Es así como el discurso del artista resulta una denuncia de la época de los años 40.
En cambio, su otro Prometeo, el que va en busca del fuego, no se limita en la supuesta irreverencia. El fuego es la luz que romperá las angustias del forzado ayuno del saber cubano. El esfuerzo de este Prometeo suyo es cruento y dramático, tratando de alcanzar la meta ambicionada por el bien común», explica Seoane, al tiempo que nos recuerda que fueron destruidos todos los murales realizados por Domingo en «el antiguo Ministerio de Agricultura y Ganadería, en la Escuela Normal de Maestros de Santa Clara, en la Capilla de los Mártires, otrora cárcel de La Habana y donde solo queda el escorzo de un ángel. De modo que solo los Prometeo quedan intactos, lo que los hace más valiosos. Y con estas pinturas murales se van a descubrir otras joyas. Este edificio arquitectónico y sus interiores. Cuando todo esté restaurado será un festín para los ojos”.
Mariana Ravenet muestra dos lienzografías con las pinturas de los murales de su padre. Foto Kaloian
Mariana Ravenet muestra dos lienzografías con las pinturas de los murales de su padre. Foto Kaloian
Domingo Ravenet y su hija Mariana en 1943. Foto Archivo personal de Mariana Ravenet.
Domingo Ravenet y su hija Mariana en 1943. Foto Archivo personal de Mariana Ravenet.
1945, Domingo Ravenet pinta a Prometeo encadenado en la Biblioteca La Universidad de La Habana.
1945, Domingo Ravenet pinta a Prometeo encadenado en la Biblioteca de La Universidad de La Habana. Foto Archivo personal de Mariana Ravenet. Foto Archivo personal de Mariana Ravenet. Foto Archivo personal de Mariana Ravenet. Foto Archivo personal de Mariana Ravenet.
El mural Prometeo encadenado ve la luz. Foto Kaloian
El mural Prometeo encadenado ve la luz. Foto Kaloian

lunes, 6 de junio de 2011

El paisaje romano, lo próximo del Museo del Prado

arton2045-8072aEl Museo del Prado inaugurará el próximo 5 de julio uno de sus proyectos expositivos más ambiciosos –llevado a cabo en estrecha colaboración con el Museo del Louvre–, que reunirá el conjunto de paisajes más importante presentado nunca bajo el título de ROMA: Naturaleza e Ideal. Paisajes. 1600-1650. Tras su paso por el Grand Palais de París, esta selección de obras mostrará en Madrid, del 5 de julio al 25 de septiembre, el nacimiento de este género, hasta su pleno desarrollo, a través de figuras de capital importancia como Velázquez, Claudio de Lorena o Poussin.
La exposición pondrá de manifiesto la evolución de este género pictórico en Roma, desde su consideración como menor hasta convertirse en una pintura de prestigio reconocido, dotada de características específicas que señalan ya su singularidad como género.
Paisaje armónicamente estructurado
Hasta finales del siglo XVI, los paisajes fueron considerados un género menor por parte de los teóricos del arte y en ocasiones fue tratado como una especialidad relegada a los pintores que llegaron a Italia desde el norte de Europa. En Roma coincidieron diferentes tradiciones que durante el siglo XVI habían constituido las tendencias más significativas de este género pictórico: los paisajes arqueológicos de Polidoro da Caravaggio y Rafael, así como los fondos más naturalistas y poéticos de obras de Giorgione o Tiziano, que algunos de los grandes coleccionistas romanos mostraban con orgullo.
Fue Annibale Carracci quien elaboró el prototipo del paisaje armónicamente estructurado, que a finales del XVII mereció el calificativo de “clásico”. El ejemplo de Carracci fue posteriormente desarrollado por sus discípulos boloñeses, como Domenichino o Francesco Albani, quienes enriquecieron el género con referencias literarias. Paul Bril, por otro lado, aportó la creación de variantes como el paisaje marino, pequeñas escenas de género o paisajes con topografía precisa. De esta manera, él y otros artistas procedentes de Amberes, como Jan Brueghel o Sébastien Vrancx, modernizaron en Roma la tradición de la pintura de Amberes del siglo XVI a través del contacto con el paisaje italiano.
Un alemán en Roma
Otro factor importante en el desarrollo de la pintura de paisaje reside en la presencia en Roma entre 1610 y 1620 del alemán Adam Elsheimer, quien introdujo en sus paisajes pequeños personajes y otros aspectos como referencias literarias, así como la tensión dramática propia de los grandes cuadros de historia. Su pasión por los efectos atmosféricos y las variaciones lumínicas constituyen un antecedente importante para el paisaje naturalista de Bartholomeus Breenbergh, Cornelis van Poelenburgh y Filippo Napoletano, que inspiraron también a pintores como Carlo Saraceni y Orazio Gentileschi, todos ellos presentes en la exposición a través de obras imprescindibles en sus respectivos catálogos.
Especial importancia tienen las dos secciones dedicadas respectivamente a Claudio de Lorena y a Nicolas Poussin, los dos máximos representantes del Género, cuyas obras respectivas permiten el paso definitivo de género menor a una pintura de prestigio reconocido dotada de características específicas que señalan su singularidad como género. Junto a ellos se expondrán piezas de otros pintores franceses como Jean Lemaire, quien rápidamente fue valorado en el mercado del arte por sus perspectivas arqueologizantes, o Gaspard Dughet, cuyas ensoñaciones románticas causaron un fuerte impacto en futuros paisajistas, como Courbet.

Conjuntos prácticamente idénticos
Las dos sedes de la exposición (Galeries nationales du Grand Palais y Museo del Prado) presentan conjuntos prácticamente idénticos, a excepción de los dibujos, que por cuestiones de conservación varían sustancialmente de una sede a otra.
La principal diferencia es la inclusión en Madrid de una sección inexistente en París, en la que se describe el encargo realizado por Felipe IV de una numerosa serie de paisajes destinados a la decoración de su nuevo Palacio del Buen Retiro. En ella participaron los más relevantes artistas residentes en Roma entre 1635 y 1640, cuya influencia fue trascendental en el devenir del género.
Madrid. ROMA: Naturaleza e Ideal. Paisajes. 1600-1650. Museo del Prado.
Del 5 de julio al 25 de septiembre de 2011.
Comisario: Andrés Úbeda.
Fuente original: http://www.hoyesarte.com/exposiciones/2/9667-el-paisaje-romano-lo-proximo-del-museo-del-prado.html